No son pocos los titulares de cajas de ahorros en dólares abiertas en los bancos que deshojan la margarita sobre si conviene tenerlos estacionados o activarlos para que den alguna renta.
Los más informados tomaron nota de que la inflación del 3% en Estados Unidos esmerila su capacidad adquisitiva fuera de nuestras fronteras.
Pero, peor aún, es hacer las cuentas de haberlos dejado quietos el año pasado: fue un pésimo negocio. Los precios internos crecieron 120% y hubo una devaluación negativa del 20% en el billete verde.
Y también medida en un balance cambiario propio desde 2015, se resignó el 40% real del valor de entonces.
Pero como lo hecho, hecho está, este año se proyecta en bruto con una inflación doméstica del 24%, la tasa de interés en pesos alineada y un 12% de incremento del dólar financiero.
La ecuación dependerá del cumplimento de las metas cambiarias oficiales, de si el gobierno tendrá que devaluar o no, y cómo repercutiría en ese caso en el resto de las variables.
